Fernando Kuyumchoglu: alma de formador

Tiene la capacidad y experiencia como para dirigir Primera; ganar más dinero y tener más fama. ¿por qué, sin embargo, elige el mundo de las inferiores y nunca quiso moverse de esa área? Lo cuenta en Primera Persona Fernando Kuyumchoglu, el más destacado formador del fútbol argentino en la actualidad. Visión de proyecto, amor por la tarea y vocación inquebrantable.

Nunca me interesó dirigir Primera. Dirigí la reserva de San Lorenzo, pero todo el tiempo le decía a Juan Antonio Pizzi que no quería llegar a Primera. Se lo aclaraba. Me terminé bajando de Reserva, que es lo más cercano a Primera, para trabajar en inferiores. Creo que debo ser el único caso. A mí me gusta esto, es mi pasión. Esto es lo que yo siento de verdad. Me gusta educar y formar. Si yo dirijo Primera, no voy a poder hacer eso porque ahí no hay tiempo. En tres partidos te echan. No creo que yo sea capaz de dar vuelta una situación así porque me voy a fijar en otras cosas y no en el resultado en sí. Nunca me dejé tentar para dirigir profesionales, a pesar de tener propuestas. Mi vocación y mi pasión están en las inferiores, me tira la docencia, la formación de personas y jugadores. Quiero dejar un legado en el fútbol juvenil como lo hicieron Tocalli, Pékerman, Griffa… Intento siempre dejarles algo al jugador y al club en el que estoy. Gané muchos títulos como entrenador y coordinador. Pero es mucho más importante la mirada de un chico cuando le hablás, el abrazo cuando hacés algo por él, el cariño que transmite. Para mí la gloria es que tantos jugadores que pasaron por mi formación, hoy me sigan escribiendo, llamando, acordándose de mí, diciéndome lindas palabras. Muchos que triunfaron en el mundo y otros que no llegaron. Esto se trata de dejar una marca. Una vez que se termina la carrera, se acabó el jugador de fútbol y empieza la persona. Lo que trato de hacer es primero trabajar la persona y luego el jugador. Si ante todo no tengo una persona, no puedo explotar al jugador de fútbol. Si no sé cómo vive, cómo piensa, si no le doy herramientas para el que día de mañana sea alguien, no sirve. Buscamos que los chicos respeten a los rivales y que dentro de la cancha seamos superiores con las armas nuestras. Que los chicos tengan sentido de pertenencia. Todo eso me causa más orgullo que un resultado deportivo. En inferiores no hay que darle una copa al club que saca más puntos sino al que saca más jugadores, al que educa. Lo otro es algo vacío que le sirve al coordinador para sacarle más plata a los dirigentes. A mí me gusta que me valoren por lo que les das a los chicos, por la educación. ¿Quién se acuerda de los campeones de novena del 2008? Nadie. Lo que se van a acordar es cuántos jugadores dejaste en Primera, cuántas camadas formaste”.

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