Andrés Kogovsek

Por Damián Giovino (@DamianGiovino)

Es la leyenda viviente del handball argentino. Uno de los más destacados líderes del deporte nacional en las últimas décadas. Esfuerzo, conducta y valores: hacen su filosofía. Con su vital aporte, “Los Gladiadores” llegaron a la élite mundial. Multicampeón con Ballester e idolatrado en el Antequera de España. Con 46 años sigue jugando con la misma pasión que cuando arrancó. Humanizamos a Andrés Kogovsek, el ´Gran Capitán´.

En la entrevista que Dady Gallardo, ex entrenador de ´Los Gladiadores´, le dio hace un tiempo a ´Humanizados´, remarcó como logró más importante del equipo, la identidad que forjaron y el haberse ganado el respeto a nivel mundial…

-Más allá de los buenos resultados deportivos, ¿lo más destacado de ese proceso fue la imagen que pudieron construir? De un equipo respetuoso del rival, correcto comportamiento, buenos ganadores y dignos perdedores…

-Sí, el equipo logró una mística y una identidad propia. Tuvimos respeto por la camiseta, valoramos el sentido de pertenencia de formar parte de ese grupo. Supimos ganar y supimos perder. Nos comportamos como corresponde porque cuando uno está en la Selección, muchas veces, pasa a ser ejemplo de los más chicos. Supimos asumir las responsabilidades que conlleva estar en la Selección. El proceso perduró en el tiempo, y cuando las cosas perduran es porque tuvieron validez.

“Si pierdo, intento perder de una manera que al rival le cueste mucho. Así, al siguiente partido ese jugador te va a respetar y el respeto cuesta de ganar”, dijo alguna vez el ex tenista David Ferrer.

-¿Con el paso del tiempo sentían cada vez más el respeto de la élite del handball mundial?

-Sí, porque ese equipo lo que tuvo, y lo que tiene, es que a cualquier equipo le sale a ganar. Siempre nos preparamos para ganar, por más que enfrentásemos a Francia o cualquier otra potencia mundial. Preparación no solo mental sino visual con los análisis de videos, con las charlas técnicas. Los Gladiadores es un equipo que cree en sí mismo. Después, uno sabe, a priori, qué rival puede ser mejor o no, pero de ilusiones también se vive. Para lograr una gran victoria tenés que estar preparado. Si en el momento en el que el rival ´invencible´ te dejó una puerta abierta y vos no entraste a jugar para ganar sino para hacer un buen partido y nada más, no vas a poder aprovechar ese momento que te dio porque no estabas mentalizando para ganarle.

-Se dice que un capitán es el ejemplo en el cual se reflejan los demás, una fuente inspiradora. Pero también es un humano, con sus malos días, dudas y errores. ¿Todo se basa en ser auténtico?

Para que un capitán sea efectivo, lo primero que tiene que ser es creíble. Para ser creíble tenés que ser el que sos, sabiendo las responsabilidades que conlleva ser capitán. Más allá de lo referido a lo deportivo en sí, donde siempre aflora un líder dentro del juego, una semana tiene siete días y cada día 24h. En la semana tenés que estar al lado de tus compañeros para lo bueno y lo malo. Saber por qué en algún momento un jugador puede estar pasando un mal momento, que capaz no tiene que ver con lo deportivo, si no con algo que trae de afuera. Un líder debe tener una gran relación con el cuerpo técnico y los dirigentes. Es el encargado de que las patas de la mesa estén alineadas. Es clave que el cuerpo técnico, como me pasó con Dady, sea abierto y te escuche para poder proponer o disentir en alguna cuestión y así poder construir. El líder es un interlocutor, muchas veces, entre algún compañero que quiere proponer algo, pero no sabe de qué manera llegar al cuerpo técnico y llega por medio del capitán. Un capitán, desde luego, tiene que tener valores, conceptos, educación, respeto. Trabajar en el día a día y estar al lado de los compañeros.

-Cuando vos tenías tus malos días o problemas personales, ¿los compartías? ¿te mostrabas vulnerable con el resto del grupo o te mantenías fuerte?

-Siempre traté de mantenerme de una manera firme, sin mostrar esos agujeros del queso. Obviamente que siempre uno tiene que canalizar con alguien sus temas personales y eso yo lo hacía con el cuerpo técnico y médico. Las charlas de mis cosas personales las mantenía con ellos. Ante el grupo de compañeros siempre buscaba mantener firme.

-¿Crees que, a veces, esa admirada personalidad tan característica del deportista argentino, viene forjada por la falta de recursos, herramientas e infraestructura en la cual se forma?

-La mezcla de amateurismo y profesionalismo, es lo mejor que a un deportista le puede pasar. Yo lo he vivido así por mi experiencia de haber jugado en el amateurismo en Argentina y en el profesionalismo en España. Acá, lógicamente, a veces faltan materiales o la cancha no es la que uno desea, etc. En España no nos faltaba nada. La valoración de lo que uno recibe cuando antes no lo tuvo, es mayor. Eso lo transmití mucho en el equipo en Antequera, de contarles que en algún lugar del mundo todo eso que ellos tenían, no se tiene, y que por eso había que valorarlo el doble.  A veces cuando uno nace teniendo todo, no valora las cosas de la misma manera que cuando se nace no teniendo todo.

“El espíritu amateur, el amor hacia la tarea, es el único que vuelve satisfactorio el tránsito por el trabajo. Para ser un gran jugador profesional, es necesario tener mucho espíritu amateur”, Marcelo Bielsa. “Amateur no es el que hace algo sin cobrar dinero. Es el que hace algo por amor y pasión. Se puede cobrar un millón de pesos y ser amateur, y no cobrar nada y no serlo. el profesional más grande que puede haber sobre la tierra, habita en el amateur más inmenso”, Sergio Vigil.

-Si bien realizar un deporte amateur genera muchos contratiempos, en su esencia debe ser lo más reconfortante que hay…

-El amateurismo en ponerte el mameluco y trabajar con la misma alegría que sin ponértelo. Yo he disfrutado del amateurismo y del profesionalismo de la misma manera. No tengo ningún problema en tener que comprarme la camiseta y lavarla, en limpiar el piso de la cancha porque está sucio, en inflar una pelota porque estaba desinflada; a nadie se le cae ninguna medalla por hacer eso. El amateurismo te enseña cosas, te hacer ser más fuerte de carácter, te hace tener un plus en la adversidad.

-¿Crees que en las nuevas generaciones hay poca tolerancia a la frustración y se quieren resultados rápidos?

-Es relativo. El esfuerzo, la garra y la entrega, tienen que estar. Mi generación no contaba con todos los recursos que tienen los chicos hoy. Hoy un chico que quiere aprender un deporte, se sienta frente a una tele, pone en Youtube un partido del mejor equipo de ese deporte y empieza a copiar. Nosotros solo podíamos ver a un equipo yendo en vivo a donde jugaba, entonces íbamos aprendiendo las cosas más tardíamente a lo que los chicos de hoy las aprenden. Pero que se aprendan las cosas antes, no quiere decir que los chicos tengan que ser menos sacrificados, porque la vara del deporte se ha elevado mucho y si no te esforzás, no llegás. Los Messi de cada deporte son muy pocos. Es cierto que la juventud actual nació un paso adelantada en cuanto al sacrificio que había que hacer en mi época, pero capaz hoy el sacrificio está, solamente que traducido en otro aspecto. Me parece perfecto que hoy reciban más cosas porque eso mejoró los deportes. Hoy un chico a los 15 años sabe hacer lo que yo aprendí a los 18 0 19.

-Para marcar diferencia en el deporte de élite ¿hay que aprender a convivir con el dolor físico? Cuando el nivel es similar, ¿la diferencia con el rival está en quién tenga más tolerancia y capacidad de aguante?

-Sí.  En mi filosofía deportiva y de vida, hay que saber jugar con dolor, entrenar con dolor; convivir con él. Ahí está el plus extra de un deportista. Todo dentro la lógica, nadie acá tiene que ser Superman. El dolor te hace fuerte de carácter y de mente. Te enseña a saber jugar con presión, que no es un dolor físico sino mental. En una competencia internacional de handball, si te va bien, en tres semanas tenés que jugar nueve partidos y es imposible no sentir algún dolor al tercer partido, por ende, tenés que saber convivir con eso. Cuando la competencia termina vas a tener tiempo de recuperarte, pero mientras tenés que morderte la lengua.

-Con 46 años, y habiéndola vivido todas, seguís jugando y diciendo que la noche previa a un partido armás el bolso con la misma adrenalina y que disfrutás cada logro como el primero. Eso no se explica de otra manera que por la pasión…

-El fuego es eso. Hoy en pandemia estoy esperando el momento para hacer el bolso y volver a entrenar en el club, de volver a prepararme para un partido. Lo hago con ganas, con alegría; todavía lo siento desde el corazón. El día que me cueste ir a buscar el bolso o que diga que si llego un poquito tarde no pasa nada: será el momento en que ponga punto final. Por ahora eso no me pasó y no sé si me va a pasar. Creo que voy a dejar aún en el periodo de disfrutar. Siempre he dejado las cosas en un momento bueno, nunca me ha pasado de dejar algo en un momento malo. No me gusta la mala imagen. Cuando uno no hace las cosas desde el alma, empieza a traicionar la conducta y la forma en que vivió el deporte tantos años, y eso se ve reflejado en la cancha, cosa que no me permitiría. Me refiero al fastidio, a no bancarte cosas que antes te bancabas; no hay que llegar a ese punto.

En el Club Balonmano Antequera de Málaga, Andrés construyó un idilio inquebrantable. En sus cinco años allí obtuvo importantes logros deportivos. Pero no solo por eso tras su partida, el club, por iniciativa de los hinchas, retiró la camiseta N°7 que usó y fue declarado hijo adoptivo de la ciudad. Fue por su liderazgo, conducta y valores.

-Tu legado va más allá de los resultados deportivos. Tu legado radica en lo que fuiste vos como ejemplo…

-Yo solo he sido siempre Andrés Kogovsek. Fui así desde que nací y quiero ser así hasta que me muera. Después está ese vínculo que uno fue construyendo en los lugares donde le ha tocado estar. Se ha creado una linda química en todos lados. Villa Ballester es el club que me formó como jugador y, en parte, como persona. Lo de la Selección fue algo hermoso. En Antequera cumplí el sueño de mi vida que era poder jugar profesionalmente a algo que había hecho toda mi vida de forma amateur. La ciudad era magnífica, el cariño y el amor con la gente fue siempre mutuo. Antequera me dio el regalo de que allí nazca uno de mis hijos. A la ciudad le gustó mucho mis formas de vivir las cosas. El gesto de que hayan retirado mi número de camiseta fue algo muy emocionante para toda mi familia y para mí.

-Al aquí ser un deporte amateur, los jugadores de handball no le pueden dedicar su cabeza 100% al deporte porque tienen otras obligaciones y por ende problemas. ¿Cómo has hecho para motivar a tus compañeros?

Hay que meterte en la cabeza de la otra persona y entenderla. Saber por qué hizo tal cosa, por qué piensa tal o cual cosa… saber interpretar al otro. Esto va para el amateurismo y también para el profesionalismo, porque por más que alguien sea profesional y por ende sea rentable y tenga una obligación: sigue siendo un humano. Cualquiera pudo haber dormido mal, discutido en su casa, tener un problema de salud de algún familiar o simplemente pinchar la rueda del auto yendo al entrenamiento y llegar cabreado. Uno en la semana tiene que ir midiendo hasta dónde tirar de la cuerda de cada jugador. Eso se logra con el tiempo y conociendo a las personas. Una mala palabra le saca mejor jugo a un jugador y a otro lo inhibe. A uno apretarlo demasiado es contraproducente y con otro es necesario.

-Una vez has dicho que un líder siempre tiene que estar motivador y positivo. Toni Nadal, por el contrario, dice que buscar motivar con mensajes positivos siempre, es populismo. Que hay que saber aceptar la realidad y saber tener dureza. ¿Cómo se maneja ese equilibrio entre motivación y ser duro cuando se requiere?

-Yo siempre me incliné por buscar ser positivo, pero nunca esquivé el bulto de si en algún momento hay que ser duro. Duro con argumentos y con educación, no de forma guarra. No podés buscar solamente decir lo que querés sin importar la manera. Hay que buscar los momentos para ir al grano y saber delante de quién o quiénes lo decís. Toni y Rafa se juntan en un vestuario y charlan siempre solos, mientras que yo juego un deporte de conjunto. Si hay que decirle algo duro a alguien, tenés que saber encontrar el momento propicio, ver si hay que decírselo delante del grupo o solo, porque no sabés cómo lo puede tomar la otra persona. Siendo positivo también se pueden corregir cosas, sin caer nunca en la adulación de que todo siempre está bien.

-Vos te has criado con el ejemplo de tu familia que llegó de Eslovenia y en base al trabajo pudo progresar. En la sociedad actual muchos chicos no tienen un buen ejemplo referencial en sus casas por parte de sus padres…

-Los hijos son el reflejo de los padres. Veo actitudes de mis hijos que son mías. Uno copia lo que ve en la casa todo el tiempo. El ser humano muchas veces hace cosas por reiteración de conocimiento por ver lo mismo varias veces. Lo dicen los psicólogos. Si en tu casa con tu familia, durante un año entero, a la hora de la cena no se prende la tele y se dialoga de cómo ha sido el día de cada uno; se vuelve una costumbre. Cada familia forja la forma de ser de sus hijos y luego ellos van tomando su identidad propia. Yo me crie en una familia en donde, entre tantas otras cosas, me inculcaron que para lograr algo y salir adelante, hay que trabajar y romperse el lomo. Vi el ejemplo en mis abuelos y lo vi en mis padres.

-A veces en el día a día, como sociedad, naturalizamos cosas que están mal…

-Pero ¿qué es más fácil: portarse bien o portarse mal? Portarse bien. ¿Por qué alguien va con el auto, abre la ventanilla y tira algo a la calle? Va con el perro, hace caca y el dueño no la levanta. Hay un peatón que quiere cruzar y no paran con el auto para cederle el paso. Después viajamos por el mundo y nos adaptamos en un minuto a hacer bien todas esas cosas que acá no las hacemos. ¿Por qué acá las hacemos mal? Si es más fácil hacer cosas buenas que malas. No sé por qué no corregimos lo malo. Hay que dar ejemplos buenos para que la gente copie las cosas buenas.

-Has dicho que buscás devolverle al deporte todo lo que te dio. ¿Qué te ha dado el deporte?

-Me ha dado formación de persona, educación, carácter, logros. Se puede ganar y se puede perder. Todos entrenamos para ganar, pero lo consigue uno solo. No puede ser que, en un Mundial de 24 equipos, los 23 que no son campeones, sean fracasados; no es así.  Hay mucho sacrificio detrás. El deporte me ha hecho ser lo que soy, me dio un nombre. En mi casa de 10 palabras que se dicen por minuto, nueve tienen que ver con deporte. Un hijo juega al hockey y el otro al handball. Los tres lo que más amamos es volver sucios a casa de haber entrenado. El deporte es nuestra pasión y así será hasta el final de mi vida.

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