Cuando el Beto Alonso aceptó ser suplente por propia iniciativa

Por Damián Giovino (@DamianGiovino)

Es fácil hablar de la grandeza de alguien recitando sus proezas o glorias conseguidas. Mencionarlo a Norberto Alonso es referirse a uno de los más talentosos jugadores de la historia del fútbol argentino y una de las máximas leyendas e ídolos de River. Al recordar su zurda mágica, sus amagues, sus goles, su personalidad y sus brillantes logros; la síntesis es clara: El Beto fue un grande. Pero lo realmente profundo, y más digno de conseguir, es que se destaque la grandeza de alguien cuando las cosas no son prósperas. Y el ´Diez´ lo consiguió, demostrando que era grande para ser el protagonista de la cancha, llevándose todas las luces; como para cederle, por propia iniciativa y con humildad, el puesto a otro para que se luzca en su lugar, quedando él relegado. Eso sucedió con Claudio Morresi en el Torneo 85/86.

Para encarar el torneo local de la temporada 85/86, River había incorporado a un habilidoso jugador proveniente de Huracán: Claudio Morresi. Su presente era muy bueno y prometía. El Bambino Veira, entrenador del equipo, no dudaba de que estaba para jugar de titular. Pero había una pequeña gran disyuntiva: en ese puesto estaba el Beto Alonso, crack absoluto y ya leyenda del Millonario por ese entonces. Fue el propio Beto, en un acto de grandeza, quien le simplificó todo al Bambino: le pidió al técnico que lo ponga a Morresi como titular porque lo veía muy picante futbolística y físicamente. Y que lo deje a él en el banco ya que consideraba que el ex Huracán podía aportarle más al equipo y marca una diferencia que él no estaba marcando, porque no se sentía a su altura en cuanto a las condiciones físicas, debido a problemas en sus gemelos que le causaban fuertes dolores. Alonso no se equivocó: Morresi fue la figura descollante, junto al Enzo, de ese equipo que salió campeón por amplio margen.

El fútbol no siempre es justo, pero en aquel certamen lo fue: en ´compensación´ a su gesto de compañerismo, priorizando el grupo por sobre lo personal, tuvo una jornada épica en la Bombonera, marcando dos goles, uno con la inmortalizada pelota naranja. Día donde, además, el Millonario dio la vuelta olímpica ante la mirada del público xeneize.

 

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