Guido Rodríguez

Por Damián Giovino (@DamianGiovino)

Fue padre muy joven. No pudo tener continuidad y asentarse en River. En Defensa y Justicia, de la mano de Ariel Holan, tuvo su despegue definitivo. En México fue el jugador sensación, alcanzando un nivel de altísimo vuelo lo que le abrió la puerta a la Selección. Hoy en el Betis de Manuel Pellegrini es uno de los volantes más eficaces y con mejores estadísticas de La Liga. Un centrocampista de los de antes: pensante, criterioso, simple, con jerarquía para la recuperación y elegancia con la pelota para distribuir juego. Humanizamos a Guido Rodríguez, un pibe con los pies sobre la tierra.

Si bien atravesaba un muy buen presente en la Reserva y se lo tenía como un canterano con proyección, la subida de Guido al plantel profesional y su casi inmediato debut en la Primera de River, se dio de forma improvista y repentina. Fue producto de una lesión que sufrió Matías Kranevitter, cinco titular del equipo de Marcelo Gallardo, en septiembre de 2014.

-De un día para el otro te avisaron que subías al plantel profesional, ¿cómo lo viviste?  

-Yo estaba en un buen nivel en Reserva y se hablaba de que podía llegar a hacer la pretemporada con Primera. Eso no sucedió, pero al poco tiempo se dio la lesión de Kranevitter y me abrió la puerta porque al otro día me llamó el preparador físico, Pablo Dolce, a quien conocía de haberlo tenido en inferiores, para avisarme que al día siguiente me presentase a entrenar con el plantel profesional.  Me acuerdo que cuando me dio la noticia estaba subiendo a mi auto. Fue algo emocionante porque aguardaba esa posibilidad ya que estaba en la edad de inflexión entre poder dar el salto a Primera o tener que ver oportunidades en otro club para jugar profesionalmente.

– ¿Cómo fue el cambio de Reserva a Primera? ¿Te costó la adaptación en algún aspecto?

-En donde noté un cambio muy grande fue en el tema entrenamientos. Los entrenamientos de Gallarado eran muy fuertes y de mucha intensidad. Me costó alguna que otra semana terminar de adaptarme desde lo físico a ese ritmo. Desde lo futbolístico no me costó porque venía de hacer todas las inferiores en River y conocía la filosofía de juego del club.

-Y desde lo extra futbolístico ¿cómo llevaste la exposición? Pasar de golpe de ser un desconocido a que el hincha te reconozca y te pida fotos, etc.

-No me costó ni lo sufrí porque siempre fui una persona tranquila. Lo llevé con naturalidad. Es importante el entorno que te rodea, la familia, los amigos, que te ayudan a ser la misma persona de antes que te conozca la gente por la calle.

-El entorno y el estar bien rodeado debe ser fundamental en esos comienzos; porque siendo joven, empezando a ganar mucho dinero, teniendo fama… las tentaciones están a la vuelta de la esquina.

-Sí, el entorno es muy importante en esos momentos. Mis papás siempre me mantuvieron los pies en la tierra, aunque yo nunca pensé ninguna cosa rara ni me la creí, gracias a la manera en que ellos me criaron. Si bien debutar en Primera era cumplir un sueño, no dejaba de ser eso y ya, en la vida fuera del fútbol seguía siendo una persona normal. Mis viejos me enseñaron valores, respeto, humildad ante cualquier situación.

En 2013, con solo 19 años y recién afirmándose en Reserva, Guido fue padre de una nena, algo inesperado para él y que lo hizo madurar y crecer mucho.

– ¿Cómo manejaste la noticia de que ibas a ser papá tan joven, sin tu futuro profesional aún definido?

-Ser padre tan joven fue algo que no esperaba. Te hace madurar y crecer de golpe en muchas cosas para poder darle todo a tu hija. Desde que nació fue mi vida, mi motor. En ese momento tuve muchísima ayuda de toda mi familia y fue algo fundamental.

Para que un deportista pueda trascender necesita, por supuesto, talento natural, dedicación y compromiso, pero también es fundamental en el desarrollo de su carrera, para bien o para mal, tomar las decisiones correctas en los momentos justos. Eso sucedió con Guido. Sin continuidad y un tanto relegado en River, en 2016 optó por irse al Defesa y Justicia de Ariel Holan, en lo que sería su despegue definitivo. En el Halcón tuvo un rendimiento formidable y a partir de allí su carrera tomó un nivel de altísimo vuelo.

– ¿La decisión de ir a Defensa fue fundamental para tu carrera?

-Sí, sin dudas. La carrera de un futbolista se basa mucho en analizar las oportunidades que se presentan y tomar buenas decisiones basadas en lo que uno siente que va a ser lo mejor para sigo mismo. Cuando elegí irme de River hablé con Holan, que ya me había querido llevar a Defensa el semestre anterior. También había otros clubes interesados, quizá de mayor renombre que Defensa, pero después de charlar con Ariel sentí que la mejor decisión para seguir creciendo era ir con él. Fue muy acertada porque me cambió al 100% para bien mi carrera. Jugué casi todos los partidos los seis meses que estuve, en un buen nivel individual y colectivo. Eso permitió que se fijaran en mí desde México.

Luego de Defensa, el volante pasó a territorio azteca: Tijuana (2016/17) y América (2017/19), convirtiéndose en el mejor futbolista de México en diversas temporadas; recibiendo, entre otras distinciones, el Balón de Oro al mejor jugador de la Liga MX 2018/19. Además de obtener tres títulos con el América.

– ¿Cómo fue el paso de irte de Argentina para jugar y vivir en otro país?

-Fue una decisión complicada porque era joven y no es fácil irte del país, más teniendo que separarme de mi hija, ya que, al no estar en pareja con su madre, no podía venir conmigo. Eso me costó. Me acuerdo de estar llegando a Tijuana con una sensación en la panza de incertidumbre. Por suerte en ese equipo había muchos argentinos y me fue más fácil la adaptación. Además de que viajé con quien es mi mujer hasta hoy en día. Me fue muy bien en México.

– ¿Lo más ingrato en la vida de un futbolista es las notorias ausencias que tiene en su rol de padre? El irte a jugar a otro país, los viajes, las concentraciones… hacen que te pierdas muchas cosas de tu hija y que ella no tenga una figura paternal tan presente.

-Sin dudas, es lo más complicado de esta profesión. Desde el lado personal y humano estar lejos de mi hija es lo más difícil, me duele no estar en su día a día porque hay muchas cosas que se pierden, más allá de que ahora la tecnología te acerca un poco más.

Ariel Holan declaró una vez: “a Guido lo pongo a la altura de Xavi Alonso, Busquets y Toni Kroos”.

– ¿Te acordás cuando Holan dijo eso públicamente?

-No me acuerdo en particular de esa declaración, pero sí que hablaba muy bien de mí. Ariel siempre tuvo mucha confianza en mí y me veía potencial cuando todavía no había explotado como jugador. Fue alguien muy importante en mi carrera para que hoy esté donde esté.

-En 2017 estando en Tijuana, Jorge Sampaoli te convocó a la Selección. ¿Te sorprendió o era algo que esperabas?

-Me sorprendió. Antes que de salga esa lista, nadie de la Selección había hablado conmigo, aunque se rumoreaba que estaba entre los nuevos nombres que Sampaoli tenía en carpeta para convocar. Cuando se hizo oficial, no lo podía creer. Yo era joven y no estaba en un club de mucho renombre, por eso me sorprendió mucho y fue inesperado.

– ¿Sos de consumir medios de comunicación? ¿Estás pendiente de las opiniones públicas sobre vos o te mantenés ajeno a todo eso?

-Estoy bastante al margen de todo eso. No miro ni escucho prácticamente nada. Estoy centrado en lo mío: en entrenar, en competir de buena manera, en mis cuidados personales y en mi vida cotidiana fuera del fútbol. No consumo ni cuando hablan bien ni cuando hablan mal. Estando en España, por ahí miro noticias de Argentina para mantenerme al tanto de lo que pasa allá.

-Bielsa dice que una de las ventajas de los jóvenes que recién arrancan es que juegan con más soltura e ´inconciencia´ en el buen sentido. ¿Te pasó? Y cuándo tomaste dimensión de que estabas representando a un club de la envergadura de River, ¿sentiste la presión?

-Al principio no es que jugaba inconscientemente porque sabía dónde estaba, pero quizá es más fácil jugar bien de entrada porque lo más difícil es después poder mantener ese nivel. Hay que tener fortaleza mental y saber que podés tener un partido no tan bueno y al siguiente tenés que demostrar de nuevo y levantarte, no dejar que te gane la desconfianza en vos mismo. Cuando sos chico es difícil porque hay dudas. Hoy me siento mucho más maduro y confío en mis condiciones y en lo que puedo dar.

-Hoy sos uno de los volantes con mejores estadísticas de La Liga, en un muy alto nivel, pero al principio pareció que te costó un poco la adaptación, ¿no?

-Lo que más me complicó al llegar a España fue el tema del calendario, porque yo en México venía de vacaciones, entonces llegué a Betis luego de estar parado algunos días y acá estaban en plena competencia. Arribé y a los cuatro días ya empecé a jugar, y no estaba físicamente óptimo. Además del cambio que conlleva entrar a un equipo y una liga nueva. Me costó desde lo físico y desde lo táctico, no me acoplé al equipo de entrada. Luego vino el confinamiento por la pandemia y lo tomé como una posibilidad para entrenarme y ponerme a punto. Cuando volvió la competencia ya me sentí más en mi nivel y estando a la altura para competir a la par.

El fútbol actual está trazado por el dinamismo absoluto en su manera de jugarse. Muchas veces en una cancha parece verse atletas que juegan muy bien a la pelota. Lo físico en ciertas ocasiones le gana a lo táctico. Es difícil ver un partido en donde haya espacios. Esta tendencia ha ido provocando que desaparezcan los jugadores pensantes, que ponen una pausa al juego, que se toman un segundo más que el resto para ejecutar correctamente, que ponen la pelota abajo del pie y levantan la cabeza. Intérpretes, por citar algunos, como Juan S. Verón, Juan R. Riquelme, el Lobo Ledesma; escasean cada vez más. Al verlo jugar a Guido, uno puede pensar que “nació en la época equivocada del fútbol”.

– ¿Sentís que en tu estilo de juego tenés más cosas del futbolista de antes que del actual?

-Es interesante el punto. Nunca lo había pensado ni me lo habían preguntado. Lo tendría que analizar bien para poder dar una respuesta. Pero sí es verdad que el fútbol hoy es muchísimo más rápido y acelerado, se entrena cada vez más desde lo físico y la dinámica. Se estudia muchísimo a los rivales con los videoanálisis. Quizá más en mis comienzos o en inferiores y Reserva, sí era un jugador más pensante y de tomarme un tiempo más para decidir y resolver, pero eso lo tuve que ir cambiando y readaptándome más a como se juega hoy en día. Si no decidís rápido el rival te come. Fui evolucionando para poder estar a la altura del máximo nivel competitivo.

-Tenés de entrenador en el Betis a alguien muy importante como Manuel Pellegrini. ¿Qué nos podés contar de él?

-Manuel es una persona muy tranquila, con mucha templanza. Tiene una idea clara de juego y nos la fue inculcando en los entrenamientos desde el primer día que llegó, diciéndonos lo que quería que hagamos y marcando las pautas claras. Es simple para transmitir conceptos. Puede sacar lo mejor de cada jugador y hace que todos estén comprometidos. Está encima de todos los detalles.

-Cuando debutaste en Primera, Messi ya era el mejor jugador del mundo. Hoy sos su compañero en la Selección y uno de los volantes más destacados de la misma Liga en que él está. Imagino que al mirar para atrás y ver todo lo que creciste, debe ser muy gratificante…

-Hoy con la vorágine de jugar y competir, no me doy tanta cuenta. Pero compartir la Selección con el mejor del mundo, ver las cosas increíbles que hace en cada entrenamiento, estar en la misma liga que él; si te detenés a pensarlo un segundo, es increíble. Miro atrás y veo a ese chico que la estaba peleando para hacerse un lugar en River y en el fútbol; y estar hoy donde estoy es para disfrutar.

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