Daniel Melingo

foto: Fabio Bórquez

Por Damián Giovino (@DamianGiovino)

Es un protagonista fundamental en la historia de la música argentina. Pilar de Los Abuelos de la Nada y Los Twist, integró la banda de Charly García, referencia absoluta del tango. Con su arte trascendió todas las barreras gracias a su capacidad multifacética y de reinventarse constantemente. Experimentó en cine (tanto actuando como dirigiendo), y en teatro. Pasó por numerosos y diversos géneros musicales. Un caminante eterno que pondera la figura del ´Linyera´ y vive plenamente la vida a su manera. Humanizamos a Daniel Melingo, artista imposible de encasillar, un hombre singular.

-El artista vive en una vorágine creativa y en un mundo paralelo de genialidad al resto de la sociedad. Cuando lográs hacer una pausa y ver en retrospectiva, ¿tomás conciencia de lo que has podido construir con tu carrera y de tu gran aporte a la cultura?

-Todo lo que hago y he hecho en mi carrera, de más o menos cuatro décadas, fue con amor por la profesión y con mucho cariño por el público que genera expectativas. Siento una satisfacción enorme por los logros obtenidos y el éxito artístico. Fue mucho el trabajo y el esfuerzo con mis queridos músicos que me acompañan siempre.

“El tiempo es virtual, Federico vivió 36 años e hizo una obra tremenda. Hay gente que vive 100 años y no sirve para una mierda”, reflexionó, en diálogo con Humanizados, Marcelo Moura, integrante de Virus.

-Si bien es cierto que los artistas dejan un legado perenne en poco tiempo, también así de vertiginosa, en varios casos, se precipitan sus vidas o llegan a grandes en mal estado. Vos pudiste trascender el tiempo y seguís muy vigente; ¿Es algo que valorás?

-El alma y el espíritu de cada persona saben cuánto es la dosis que tenemos de vigilia en este planeta, en este plano. El inconsciente es mágico y va dosificando, se adelanta muchas veces en premoniciones, en sueños. Uno va conformando su trayectoria misteriosamente. El tiempo es muy relativo. Hay grandes genios que en doce años hicieron lo que otros no logran en cuarenta, ni en cincuenta, ni en sesenta.

-Tu arte no tiene fronteras…

-La respuesta está en la mirada hacia adentro. Cuando uno está pendiente de la repercusión y la especulación de lo que va a hacer, ahí perdemos varias estaciones. La música buena o mala es según el ojo subjetivo de cada uno. La música mala no mató a nadie y la buena no resucitó a nadie.

Para tu filosofía de experimentar y descubrir todo el tiempo nuevos mundos y sensaciones, enfrentarte a nuevos desafíos; es clave la tolerancia al error. ¿Cuántos has aprendido de él?

-El error es el gran maestro, la gran escuela, gracias a él podemos aprender. El hombre aprende en el error, cuando le pegan en el alma, en el corazón, en el bolsillo. No hay que tenerle miedo, tenemos que usar al error como nuestro aliado. El fantasma del miedo es una emoción negativa, no sirve, no aporta, como ninguna emoción negativa sea la ira o los celos.

La familia, la sociedad, la religión, la educación: el sistema en sí, todo el tiempo busca moldearnos dentro de la matrix y el rebaño. Las personas disruptivas que se animan a hacer su propio camino, desafiando y trascendiendo lo preestablecido, se vuelven incomprendidas y combatidas muchas veces.

-En tu figura del ´linyera´, un caminante eterno, un hombre libre, dueño total de su vida, ¿te has ido quedando solo y sintiendo incomprendido en la mirada ajena?

-Lo contrario a la libertad es el cautiverio. Todos estamos influenciados visible o invisiblemente. Es un tema delicado. Nos salva la mirada interna, aunque nos dé miedo. El sonido está en el latir propio. Hay que preocuparse más por uno que por lo que está alrededor. Si bien convivimos con lo que está a nuestro alrededor, no tenemos que perder el eje de lo que está en nosotros, porque ahí encontramos las respuestas verdaderas, aunque conlleve diferentes tipos de reacciones adversas, pero es el precio que hay que pagar, nada es gratis.

-Le das mucha importancia al plano onírico. Los sueños son un mundo mágico donde un artista puede encontrar mucha inspiración y creatividad allí…

-Así es. El sueño compensa la vigilia, hay muchas respuestas en él. Es una piedra fundamental, no solo para los artistas. Nos desbastamos las cabezas en interpretarlos con analistas, y realmente el sueño en compensatorio, hay muchos tipos de sueños. Es importante saber con qué materia trabajamos. El sueño es gran parte de nuestra vida y ahí encontramos símbolos del pasado y también del futuro, porque así se maneja la intuición de manera inconsciente cuando navegamos en el sueño. Una parte de ellos son los arquetipos. El sueño es un poco el patio central del conventillo cuando se juntan las almas.

En 2021 Melingo fue reconocido como Personalidad Destacada de la cultura por la Legislatura porteña.

– Al margen de la solemne distinción, estuvieron presentes importantes nombres de la música que son tus amigos. Al fin de cuentas, ¿el verdadero logro es ese: haber cultivado amistades en el camino y ser querido?

-Puedo recorrer el mundo y ser reconocido en muchos lugares, pero mi barrio es mi barrio, mis amigos son mis amigos; ´mi núcleo duro´, mi cofradía que estuvieron presentes en ese reconocimiento, no para adorarme la píldora, sino para compartir un momento de amor, para celebrar la amistad.

-Realizar un show y ver un padre con el hijo, un abuelo con su nieto; todos disfrutando de tu música, debe ser de los premios más lindos como artista… el trascender generaciones.

-Eso es lo más lindo que te puede pasar, hacia esa dirección trabajamos. Romper las fronteras generacionales, idiomáticas, de género, de credos y de razas. La verdadera libertad se trata de eso, de mancomunarnos. Somos el mismo grupo humano que nos vemos más unidos cuando tenemos que gritar un gol de la Selección. Hay que unir, no dividir. En las divisiones ganan los de afuera.

-¿Es un poco tu combustible la adrenalina que genera el misterio de adentrarse a lo desconocido? ¿Quizá lo rutinario de desmorona?

-Sí, totalmente. Hacer algo novedoso me divierte, me da vértigo, es una búsqueda que me brinda satisfacciones.

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